Nadie quiere pagar más si puede pagar menos (por el mismo nivel de calidad, se entiende).
Esa es una verdad común a todos los mortales.
A continuación, te voy a contar los factores que pueden hacer que el precio de tu traducción sea más caro de lo necesario, es decir, que harán que pagues más sin que por ello la traducción sea mejor, sino simplemente más cara.
Contenido
- 1 1. Entregar borradores en lugar del texto final y enviar actualizaciones poco a poco
- 2 2. Hacer tú mismo la traducción y luego contratar la revisión
- 3 3. Entregar el archivo en formato pdf en lugar del formato editable original
- 4 4. Ser poco previsor: pedir plazos de urgencia o trabajos en días festivos.
1. Entregar borradores en lugar del texto final y enviar actualizaciones poco a poco
Es mejor que entregues el texto definitivo desde el principio.
Cualquiera podría pensar que esta recomendación es una perogrullada, pero por desgracia este caso es más frecuente de lo que puedes imaginarte.
Y es que las prisas, que son muy malas consejeras, pueden hacer que veas los “parches» con otros ojos.
Sobre todo cuando estás ante una entrega o presentación inminente. Necesitas tus textos en dos idiomas y ni siquiera tienes el original terminado.
El tiempo apremia y piensas que es buena idea ir mandando lo que tienes y así, mientras el traductor va trabajando, tú ‘ganas’ tiempo para terminar el original.
De hecho, lejos de ganar tiempo, lo que vas a hacer es perder dinero.
Cuando entregas un borrador al traductor, este trabajará sobre el texto que tú le des. No es adivino, no tiene manera de saber qué vas a cambiar o qué no, a no ser que se lo indiques claramente.
Si el traductor va trabajando sobre un borrador, habrá perdido tiempo si al final resulta que esos fragmentos se modifican o eliminan.
Por lo tanto, su trabajo habrá sido en vano (pero no por ello ‘no facturable’).
Al final, pagarás el doble: el texto antiguo y la actualización.
2. Hacer tú mismo la traducción y luego contratar la revisión
También es muy común pensar que si adelantas tú la traducción para que el traductor ‘solo’ tenga que revisar, consigues que el pedido te salga más barato y además que se realice en menos tiempo.
En realidad, es peor el remedio que la enfermedad. No es recomendable encargar una revisión si la traducción en cuestión no ha sido realizada por un traductor.
En estos casos, las traducciones suelen contener tantos errores (tanto terminológicos como gramaticales y de estilo) que es necesario reformular para corregirlos.
Resulta mucho más laborioso deshacer y rehacer, que partir desde cero. Sería comparable a intentar hacerte tú mismo un traje y luego llevárselo al sastre para que te lo arregle. Mal asunto.
Es más sencillo empezar una traducción de cero que intentar arreglar un desaguisado. No solo eso, sino que la calidad del estilo y de la redacción del texto será mejor.
Precisamente por eso quizá el precio del encargo acabe siendo más caro de lo que esperabas. Es posible que la tarifa que se te aplique se acerque más a la tarifa de traducción si el traductor estima que una ‘simple’ revisión acabará convirtiéndose en una retraducción.
3. Entregar el archivo en formato pdf en lugar del formato editable original
Como ya comenté en esta entrada sobre cuánto se tarda en traducir un texto, los formatos Pdf (y cualquier formato que no permita editar el contenido) presenta la dificultad de que el traductor tiene que reproducir las tablas, cuadros y cualquier detalle necesario para imitar el formato del texto original.
Además, los archivos Pdf no son compatibles con muchas de las herramientas y programas que los traductores necesitan para realizar su trabajo, por lo que deben convertir a otro formato que les permita utilizarlas.
A menudo, estas conversiones y ediciones de formato llevan más tiempo que la propia traducción y algunos traductores podrían cobrar un recargo por ello. No siempre es así, ya que cada traductor sigue su propio criterio, pero no está de más que lo sepas.
Por eso es muy recomendable entregar el archivo editable original a partir del cual creaste el Pdf.
Aparte de que te evitarás el recargo, ayudarás a que tu traductor sea más productivo y así recibirás la traducción en menos tiempo.
4. Ser poco previsor: pedir plazos de urgencia o trabajos en días festivos.
De acuerdo, a veces no tienes elección, sobre todo en casos de traducciones juradas, en los que los plazos no los pones tú.
Pero en otras ocasiones, por ejemplo, en el caso de traducciones de tu empresa para una presentación de producto o entrega de documentación administrativa, suele haber mucha falta de planificación.
El plazo se te echa encima y de pronto te encuentras con que necesitas traducir las 20.000 palabras de esas cuentas anuales ¡para el lunes! (y sí, ‘hoy’ es viernes).
Pero piensas que en dos días podrá hacerse sin problema.
Error nº 1: Pensar que 20.000 palabras se hacen cómodamente en ese plazo.
Error nº 2: Pensar que el traductor tiene todo el fin de semana por delante.
En realidad, ese volumen requiere 10 días de trabajo. Puede que menos, dependiendo del traductor, pero desde luego 2 días no.
Por otro lado, aunque los autónomos gozan de más flexibilidad a la hora de establecer sus horarios de trabajo, también anhelan descansar durante el fin de semana o hacer planes con su familia y amigos.
Por eso, no descartes que te apliquen un recargo por hacerles trabajar en días festivos y por la urgencia.
Estos recargos en el precio de tu traducción pueden llegar a ser de hasta el 50%.
¡Con lo fácil (y barato) que habría sido planificarte mejor!
Si esta información te ha resultado útil, puedes completarla con estos 10 consejos que te ahorrarán disgustos al contratar traducciones
Excelente artículo. Los clientes deben entender cómo abaratar los costos de los servicios y cómo evitarnos un dolor de cabeza.
Muy bueno.
Exacto, Juan Pablo, que puedan evitar todo aquello que incrementaría el precio innecesariamente. Al final, no se trata de abaratar sin más o de buscar un precio más bajo, sino de encontrar la mejor relación calidad-precio.
Muchas gracias por tu comentario.
Un abrazo,
Lourdes
La claridad siempre evita los malos entendidos, y es preferible rechazar una traducción de entrada por exigencias desorbitadas del cliente que hacerla mal y a disgusto solo por cobrar.
Muy cierto, José Antonio.
También está en manos del traductor informar cuando según qué peticiones son una locura. Muchas gracias por el apunte.
Un saludo,
Lourdes