Traducir no es solo traducir, es otra oportunidad de revisar (y, si acaso, corregir) el original.
Y eso se traduce (valga la redundancia) en una oportunidad más para ti para pulir tu texto original antes de una publicación, una presentación, una entrega, etc.
En pocas palabras,
Traducir es una oportunidad más para pulir el original
Traducir un texto implica la lectura previa de dicho texto. Obvio.
Lo que no es tan obvio, o no somos conscientes de ello, es que no se trata de una lectura apresurada, superficial o descuidada, sino de una lectura pausada, atenta… CONSCIENTE.
¿Por qué?
Porque para traducir un texto correctamente hace falta entenderlo primero. No puedes comunicar un mensaje sin haberlo comprendido previamente, sin captar su esencia, su finalidad o, sin ir más lejos, sus palabras.
La lectura consciente permite al traductor detectar posibles errores o incongruencias, porque son precisamente esas cosas las que dificultan su labor a la hora de trasladar un mensaje de una lengua a otra.
Por eso no encontrarás a un lector más atento que un traductor.
¿A qué clase de errores me refiero?
- Falta de concordancias singular/plural o de género.
- Verbos mal conjugados o falta de coherencia entre tiempos verbales.
- Faltas de ortografía que no detecta el corrector automático de textos, porque aunque la palabra en sí esté bien escrita, por el contexto no es correcta (las máquinas no entienden de contextos).
- Omisión de preposiciones, artículos… o de cualquier otra palabra y que ello dé como resultado incongruencias. Me pasó hace poco con un texto. Era la descripción de un juego de roles en el que se decía al participante que aunque podía compartir la información que sabía con sus compañeros, lo que no podía hacer era entregar a los demás la documentación física que poseía. Después de explicar eso, en inglés concluían con esta frase: «Remember: DO give your documents«, es decir, «Recuerda: Asegúrate de entregar tus documentos», todo lo contrario a lo que venían explicando antes, y todo porque por error habían omitido el «NOT«.
De acuerdo, son fallos tontos. Nada por lo que cortarse las venas.
La mayoría de las veces se producen inconscientemente, por descuidos, debido a una escritura apresurada o tras haber hecho modificaciones en alguna frase sin revisarla después de haber hecho el cambio (a mí esto último me ha sucedido con más frecuencia de la que me gustaría reconocer).
Anyway, son fallos que delatan prisas y fallos de revisión, y aunque no sean catastróficos, si se pueden corregir a tiempo, mejor que mejor.
El traductor (uno profesional y que de verdad se preocupa por tu proyecto) te señalará esos detallitos para que tengas la oportunidad de enmendarlos, o también para asegurarse de si de verdad se trata de un error o si es él el que está malinterpretando el mensaje (que todo puede ser).
Lo cual da pie a que consideres también la traducción como una oportunidad de prueba de lectura. Es decir, en función de todos los errores o consultas que te señale el traductor, podrás ir valorando cuán bien o mal está escrito tu texto o si a tus futuros lectores les resultará fácil de captar el mensaje que pretendes transmitirles.
En definitiva,
Traducir no es solo traducir, sino la oportunidad de pulir tu texto original.
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