¿Estás en pleno proceso de internacionalización?
Has traducido los contenidos de tu web y tus catálogos de productos o servicios. Sin embargo, las ventas no son acordes a los resultados que esperabas. No parece que tus potenciales clientes tengan el mínimo interés en lo que les ofreces.
¿Por qué?
El protagonista de nuestro microrrelato de hoy llegó a una interesante conclusión tras la presentación que realizó ante sus clientes potenciales extranjeros.
¿Quieres saber cuál es? Sigue leyendo el microrrelato:
Microrrelato: ¡Pero, en qué idioma hemos estado hablando hasta ahora!
Una de las tareas del «cronograma de internacionalización» de Duero Alimentaria S.A., era actualizar el contenido de la página web, revisar la versión en inglés –que no estaba teniendo ni las visitas ni el número de pedidos online previstos- y traducirla a los idiomas de los nuevos países de expansión: Alemania y Francia. El responsable de gestionarlo era Óscar, Director del Departamento de Marketing y Comunicación.
Recordaba lo ocurrido en la presentación comercial que hizo en Londres, ante directivos de cadenas de supermercados: comprobó que no entendían la explicación que ofrecía el catálogo online sobre ciertas características de algunos productos; también le alertó el gesto de extrañeza de sus oyentes al utilizar expresiones que, luego cayó en la cuenta, eran características del contexto comercial de España… ¡lo preocupante era que las había tomado de la sección «Servicios» de la página web!
Ya en el hotel, inquieto, buscó en internet: «errores traducción internacionalización» y encontró el artículo Perdidos por la traducción. Leyó con asombro el caso de la famosa empresa estadounidense KFC que, al abrir su primer restaurante en China, mantuvo su eslogan «Finger lickin’good» -para chuparse los dedos- que en el país asiático entendieron como «cómete tus dedos»; y el error de Coca-Cola, también en el mercado chino: quiso traducir su nombre a uno que sonara más familiar y eligieron el de «ke-kou-ke-la», pero lo que los chinos leían era: «muerda el renacuajo de cera»… supieron reaccionar, aunque ya estaba iniciada la campaña, cambiando el nombre por otro que sí hacía honor a su marca: «Ko-kou-ko-le» -«la felicidad en tu boca»-; y, en fin, el error de la marca Gerber, de alimentos para bebés, en su entrada en Francia: no tuvo en cuenta que su nombre en francés significa «vomitar»…
Ahora estaba convencido: necesitaba encontrar un servicio de traducción con arte, que liberara a los textos de la web de su literalidad; necesitaba una traducción creativa, que adaptara el contenido -sobre todo, las entradas del blog- al contexto cultural y al lenguaje comercial de cada país. En definitiva, conseguir una traducción que hablara a sus clientes potenciales en su propio «idioma».
Tecleó en el buscador: «empresas servicios traducción transcreación».
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