¡Es la hora del microrrelato! Microhistorias (inventadas ¿o no?) para acercarnos al día a día de tu empresa y acercarte nuestros valores. ¡Que lo disfrutes!
Miguel estaba preparando a conciencia la entrevista que tendrían en la televisión. Era una de las oportunidades de publicitar la empresa ante una gran audiencia, después de ganar la II edición de los Premios «Somos Empresa», en la categoría «Somos Internacionales». No era fácil contar -en solo diez minutos- la historia de su aventura de expansión y, sobre todo, explicar el secreto del éxito alcanzado: el buen trabajo de las doce personas que trabajaron codo a codo para lograrlo, y la aportación propia, insustituible, de cada uno.
«¿Y cuál ha sido tu contribución en el proceso de internacionalización?» —leía Miguel esta pregunta y se contestaba: «conseguir que cada uno se mantuviera motivado en su trabajo»—.
Era verdad. La decisión de saltar a otros países, se convirtió en una obsesión que debía saber contagiar a todos los departamentos -a cada uno de los trabajadores- si querían llevarla a la práctica. Incluso a Rodrigo, su socio: admiraba en él sus dotes de relación y la eficacia con la que trabajaba –resolvía los asuntos profunda y ágilmente- pero, eso sí, a él, en paciencia, nadie le ganaba; así que no le importaba asumir la orientación de las tediosas gestiones y solicitudes a realizar con la Administración, la organización de la asistencia a ferias, concretar las normas de la gestión documental del proceso de expansión, revisar la traducción, etc. Además, Miguel confiaba en el minucioso trabajo de Begoña -su secretaria- y de la profesionalidad de Samantha, la traductora de la empresa.
«Alberto es un tipo independiente —pensaba ahora Miguel—; aunque le cueste hacer equipo con Sergio, el contable, sus conocimientos y olfato en asuntos financieros no tienen precio». Rodrigo y él tenían muy en cuenta sus informes de sugerencias en temas como financiación de inversiones, fijación de precios en ofertas comerciales a clientes internacionales y otras cuestiones.
«Y María, del departamento de logística…». Begoña interrumpió a Miguel en estos pensamientos:
—Ya han llegado los de la tele. ¿Dónde quieres que graben la entrevista?
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